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La particular estética del museo deviene de la combinación de materiales tradicionales y contemporáneos en su construcción. El acero corten, con su característico color oxidado, y el hormigón pulido encuentran su paralelismo en un estilo expresionista que dialoga con el ladrillo antiguo y el blanco de los muros que representan la espiritualidad y el sosiego del entorno monástico.

La interesante dinámica visual del edificio refleja la obra del pintor: la dicotomía intrínseca en el concepto humanista y espiritual de su concepto creador. Otra protagonista indiscutible del espacio arquitectónico es la luz natural, presente en todo el recorrido museístico.  

El museo consta de nueve salas expositivas que acogen la colección permanente y exposiciones temporales, biblioteca y sala de conferencias, el Atelier (taller artístico), almacén, áreas de descanso y un patio interior que permite sentarse a la sombra de un mandarino centenario y disfrutar del entorno. 


 
El museo está adaptado a personas con problemas de movilidad, dispone de ascensores para el acceso a cualquiera de las plantas y aseos adaptados.