Desde el entrelazado más natural y más universal, el que aparece al unir las manos, mantener el encuentro y entretejer firmemente los dedos, hasta el nudo más artificial, más imaginativo y personal, vamos creando tramas, mallas, redes, urdimbres, paños, trenzas, texturas, telas y textos vitales que son hechos y obras decisivas.
El acto de tejer, compañero leal de nuestros días, sea figurado con la verdad que procuran los símbolos, o sea efectivo y material, arte que atesoramos, surge de nuestra alma y nos rodea. Comienza por tener realidad en nuestras manos: en cada palma… ¿no aparece acaso el elástico lienzo de nuestro hado? Existe, vibra y cunde de forma generosa en la naturaleza, el mundo vegetal es su palacio, y late en la creación de obras que tratan de atraer la hermosura.
Se diría que el acto de tejer es puro movimiento de nuestra voluntad, es una acción precisa que establece los puntos de contacto necesarios para que sean humanas nuestras vidas: le admiramos en la naturaleza, su color y su tacto se alzan, imprescindibles, para la escuela de la observación y el agradecimiento, nos relaciona con nosotros mismos y tiende hacia el otro la atención, puente seguro hacia la comprensión y el entendimiento, suscita así el carácter de una comunidad y el diseño de una sociedad.
Esta exposición de obras firmadas por creadores del arte de la fibra, artistas tan singulares como variados, experimentan una misma vivencia sustancial que puede definirse de esta forma: sus mimbres creadores, sus dones y recursos, se hermanan con la esencia del acto de tejer, tal como he ido caracterizándole. En sus manos, en las de los artistas que hemos seleccionado se reúnen y encuentran, se acercan y se anudan materiales, materias y texturas que en muchos de los casos no son únicamente los de fibras y telas habituales: imbricados en el arte contemporáneo y actual, la extensión de nociones y prácticas es tanta como la del criterio, el pensamiento, la imaginación y, desde luego, como la ampliación de materiales. Hilos, papeles, fotos y palabras, objetos, luces, lienzos y tejidos naturales, ramas, raíces y mallas metálicas son urdimbre y son trama, son diseños, son hebras de este tiempo y de estos lares. Pero hay algo más, algo importante, y a ello alude el título que hemos elegido y que señala a la vibración de una actitud artística y moral.
Punto quebrado, sujeto y adjetivo, no designa aquí procedimiento de costura alguno. Ni una puntada de tal modalidad aparece en ninguna de estas obras, pero sí está en ellas su sentido, rastro tocado por un anhelo de cobijo, amparo, dignidad y altruismo frente a la destrucción y las desgarraduras que provocan las crisis inhumanas. El punto une, reúne y repara, y quebrado, en zig-zag, aspira a sujetar de otra manera: su rastro es decidido y se destaca siempre con su ir y venir, no disimula, e interviene allí donde se encuentra de una manera firme y duradera.
Escribe Jorge Rando, hablando de las incitaciones que pueden influir en el artista y hacerse visibles en sus obras, que el amor es el estímulo supremo, y abunda: (…) puede ser tan fuerte que hace que el artista convierta en belleza incluso la tragedia, porque la vive con amor, bien es verdad que también con impotencia. Amor, impotencia, inconformismo, inquietud, rebelión, fuerte interés social, anhelo de hermandad y de cobijo como respuesta ante la destrucción de la crueldad, de la codicia y el mal insoportable de las guerras… Notas y actitudes, características, respuestas que son médula histórica de la honda corriente expresionista y que ahora, ante la realidad de crisis como las de los desplazados, los refugiados, los despojados de su integridad, patria, familia, bienes y memoria están presentes en este museo donde predomina, tanto en la colección permanente de Rando como en las de las muestras temporales, los impulsos artísticos y humanos, tan pasionales como reflexivos. Era en su ámbito y entre sus muros donde debía mostrarse pues PUNTO QUEBRADO.
Y para terminar, apuntaré un dato curioso: Kirchner, figura sustancial, de referencia en el Expresionismo, en sus últimos años en Suiza, concretamente en Davos, llevó a cabo una serie de obras suscitadas por la contemplación de técnicas populares de bordado y tejido. Y dicha colección, con sus composiciones y pinceladas-mancha yuxtapuestas, se conoce y se estudia bajo el membrete de Estilo tapiz.
Carmen Pallarés