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Sobran las explicaciones

Primavera de 2007; estoy navegando en el “Europa” (barco de una compañía alemana), la compañía Hapag-Lloyd, en la que solemos realizar nuestros viajes a Hamburgo. El mar está bastante movido; después de un buen desayuno, no muy tranquilo, pero sí bastante relajado, estoy leyendo el periódico Die Welt y en las páginas de cultura hay una entrevista que un periodista le hace a un conocido pintor, que en la actualidad tiene una exposición en Hamburgo.

La lectura de esta entrevista me trae de nuevo a la memoria la teoría que tantas veces he desarrollado sobre las explicaciones que dan los pintores acerca de la forma, fondo y resultado de su obra. Y cada vez que leo algunos de estos comentarios, llego siempre a la misma conclusión, -que siempre he defendido-, cual es que a la obra de arte se llega mirando a esa creación y no analizándola. Por eso creo que las explicaciones que puede dar un artista sobre su obra, ya sea para hablar de la realidad representada, de la dimensionalidad o del espacio SOBRAN; y sobran porque en ocasiones el pintor quiere explicar lo inexplicable: momentos existenciales, que convierte (a veces sin querer) en esenciales, y algunos hasta mienten (a veces sin querer) por el afán de dar respuesta a todo. El entrevistado se siente protagonista de una obra que ha realizado, pero que ya se ha independizado de él, y por lo tanto es ella la única protagonista.

Hay que mirar la pintura con la mirada de un niño, con la mirada pura que no analiza, sino que se adentra en el cuadro formando parte de él, sin querer apoderarse del mismo, sin buscar nada… sólo así se descubrirá la belleza… sin exámenes. 


Ahora me levanto del escritorio, beso a mi amor y me voy a pasear.


Jorge Rando, navegando, mayo 2007